Ha hecho conjeturas. Ha elucubrado razones. Y hasta dice haber logrado probar algunas de sus hipótesis. Pero Iván Dumont, cuyo nombre había estado acompañado por el predicado "el fotógrafo oficial del Miss Venezuela", prefiere no revelar -al menos no por ahora- cuál fue el dedo que lo señaló con tanta inquina.
Justo cuando empezaba la celebración de sus veinte años de carrera profesional, una llamada telefónica vino a enturbiar su ánimo a principios de semana. Él, que ha fotografiado a estrellas tan rutilantes como María Conchita Alonso, Alejandro Fernández, Juanes e Isabel Presley, y que ha publicado editoriales de moda en Vogue y Harper's Bazaar, fue obligado a abandonar uno de sus oficios dilectos: disparar clicks frente a las mujeres más bellas del patio. A él, que se ha vanagloriado de haber descubierto y, por qué no, de haber convertido junto con Osmel Sousa en piedras preciosas a Norkys Batista, Ly Jonaitis, Dayana Mendoza, Patricia Zavala, Andreína Castro, Gabriela Ferrari y Oriana Luchese, le cerraron de sopetón las puertas de la Quinta Miss Venezuela en la cara.
-Dejó de ser el fotógrafo oficial de Miss Venezuela de una manera abrupta. ¿Qué fue lo que sucedió?
-A mí me encantaría saberlo también. Tenía más de 15 años trabajando en Miss Venezuela y jamás había tenido un inconveniente, hasta el lunes, cuando recibí una llamada de Yuraima Quintero, jefa de prensa de la Organización Miss Venezuela, para anunciarme que habían decidido prescindir de mis servicios.
-¿Le dio una razón?
-Yuraima es mi amiga, me dijo que no estaba demasiado al tanto, pero me contó que todo tenía que ver con unas fotos que yo tomé para el concurso Nuestra belleza Venezuela.
-¿Qué certamen es ese? ¿Y por qué ello habría de causar molestias en la Organización Miss Venezuela?
-Es un concurso de belleza creado recientemente y que celebrará su primera edición el 27 de agosto en el Hotel Eurobuilding. Los organizadores me contrataron para tomar las fotos de las candidatas.
-Cuando aceptó, ¿no pensó que, tratándose de un concurso de belleza, eso podría incomodar a los altos ejecutivos de Miss Venezuela?
-La verdad es que al principio me lo pensé. Pero luego me enteré de que otros compañeros, también parte del Miss Venezuela, estaban involucrados, así que dije: ¿Por que no? Es un trabajo, como tantos otros que he hecho, para diferentes certámenes del país.
-¿A qué compañeros se refiere?
-El Nuestra belleza Venezuela lo está produciendo, por ejemplo, (Erick) "El Pollo" Simonato, las candidatas ensayan con Erick Merchán, y la animadora va a ser Mariela Celis. Además, ahí también están otros amigos como Gabriel Ramos, María José Vilaseco, y el diseñador Alejandro Fajardo. Hasta los maquilladores del Miss Venezuela están trabajando ahí. ¿Y a ellos los botaron? No que yo sepa, y espero que no, porque tampoco sería justo. Todos son profesionales y simplemente están haciendo su trabajo. Un trabajo por el cual ya casi todos cobramos.
-Pero sólo lo sacaron a usted...
-Hay gente que dice que lo del concurso fue sólo una excusa para despedirme.
-¿A qué se refiere? ¿Usted conversó con Osmel?
-Yo no quiero especular. Y claro que llamé a Osmel para preguntarle lo que estaba pasando, y me dijo: "¡Niño! ¿Pero cómo se te ocurre trabajar en un concurso paralelo?".
-La verdad es que si está Mariela Celis, "El Pollo" y Erick Merchán, es como un Miss Venezuela...
-¡Que no, por Dios! Es un concurso que apenas está comenzando y como hay decenas en este país. Decían que era un concurso chavista, que lo iba a transmitir TVes, pero no es cierto. El certamen es de un empresario llamado Carlos Escobar, y la diferencia con Miss Venezuela es que no va a ser televisado. Yo jamás pensé, por esa razón, que fueran competencia.
-Y el propio Osmel conduce otro certamen: Nuestra belleza latina.
-Sí, pero Nuestra belleza latina es un producto de Univisión, que tiene enlaces con Venevision, así que eso podría entenderlo cualquiera. A Osmel le profeso un sentimiento genuino. Siento por él un cariño profundo porque soy su alumno. Yo aprendí de él. Son muchas las cosas que tengo que agradecerle, no sólo en el ámbito profesional sino personal. Y yo sé que a mí no me sacó Osmel.
-Dicen que usted se sabe muchos secretos de él. ¿Los publicaría en un libro?
-Son más de quince años trabajando juntos, hemos compartido muchas anécdotas. Todo el mundo tiene la imagen del Osmel déspota, autoritario, endiosado, pero él tiene una historia interesantísima. Si él lo autorizara, pudiera escribir un libro. Tal vez una biografía. Pero de otro modo no lo haría.
-Entonces debemos quedarnos con la versión de que fue despedido por matar un tigre. Pero, ¿cómo se le dice que no a un tigre en un país como el que tenemos?
-Es lo que digo yo. Venezuela no es la misma de hace diez años. Es que ni siquiera es la misma de hace seis meses. Este país cambió. Y para producir fotos hay que invertir en equipos, luces, herramientas de producción, que cambian de precio hasta de un mes para otro. Todos lo vivimos. La realidad se impone, pero es obvio que alguien no está viendo esa realidad.
-¿Tiene la conciencia tranquila?
-Yo también duermo como un bebé, porque puedo decir que trabajé incansablemente durante más de quince años por el Miss Venezuela. Ahí hice más que fotografías. Fui jurado en algunos de los casting regionales. Llevé candidatas al concurso. La primera niña que llevé al Miss Venezuela fue Norkys Batista, y luego vinieron Ly Jonaitis, Dayana Mendoza, Patricia Zavala, Andreína Castro, Gabriela Ferrari, y Oriana Luchese. Y cerré con broche de oro con Mariana Jiménez, la actual Miss Venezuela, a quien conseguí en el (Centro Comercial) San Ignacio. Hasta diseñé el traje típico que lució María Elisa Gibson en el Miss Universo: el Abra solar. Lo diseñé con 3.000 espejos y lo confeccionó Hugo Espina. Hice lo que estuvo a mi alcance, porque cuando te apasiona lo que haces ni miras el reloj.
-Le escribió un mensaje a su sustituto, el fotógrafo Guillermo Felizola, en Instagram.
-Es que a Guille Felizola le tengo mucho cariño. En medio de esta vorágine, lo mejor fue saber que era él quien me iba a suceder. Quizás no fueron pocos los que esperaron que esa decisión levantara una discordia entre nosotros, pero nosotros tenemos buena relación. Si quieres que te cuente, la fotografía con la que este año celebro mis 20 años de carrera (la de la portada) fue tomada por Guillermo.
-¿Que viene ahora?
-Puede sonar cliché, pero se cierra una puerta y se abre un portón. Aún cuando voy a extrañar el Miss Venezuela, sigo adelante con proyectos en los que tengo puesta ilusión. Este año estoy celebrando 20 de carrera, de miles y miles de fotografías. Me encantaría editar un libro, seguir haciendo lo que me gusta, y explorar otros caminos. Esto me va a obligar a salir de mi zona de confort.
-¿Guarda rencor?
-No. Aunque ha sido un episodio difícil, con esto he comprendido que nada es para siempre. Hay quienes se enferman de poder y llegan a creer que tienen potestad para, con una decisión, acabar con tu carrera. Toca que tengan paciencia, porque mi carrera apenas está comenzando.
Justo cuando empezaba la celebración de sus veinte años de carrera profesional, una llamada telefónica vino a enturbiar su ánimo a principios de semana. Él, que ha fotografiado a estrellas tan rutilantes como María Conchita Alonso, Alejandro Fernández, Juanes e Isabel Presley, y que ha publicado editoriales de moda en Vogue y Harper's Bazaar, fue obligado a abandonar uno de sus oficios dilectos: disparar clicks frente a las mujeres más bellas del patio. A él, que se ha vanagloriado de haber descubierto y, por qué no, de haber convertido junto con Osmel Sousa en piedras preciosas a Norkys Batista, Ly Jonaitis, Dayana Mendoza, Patricia Zavala, Andreína Castro, Gabriela Ferrari y Oriana Luchese, le cerraron de sopetón las puertas de la Quinta Miss Venezuela en la cara.
-Dejó de ser el fotógrafo oficial de Miss Venezuela de una manera abrupta. ¿Qué fue lo que sucedió?
-A mí me encantaría saberlo también. Tenía más de 15 años trabajando en Miss Venezuela y jamás había tenido un inconveniente, hasta el lunes, cuando recibí una llamada de Yuraima Quintero, jefa de prensa de la Organización Miss Venezuela, para anunciarme que habían decidido prescindir de mis servicios.
-¿Le dio una razón?
-Yuraima es mi amiga, me dijo que no estaba demasiado al tanto, pero me contó que todo tenía que ver con unas fotos que yo tomé para el concurso Nuestra belleza Venezuela.
-¿Qué certamen es ese? ¿Y por qué ello habría de causar molestias en la Organización Miss Venezuela?
-Es un concurso de belleza creado recientemente y que celebrará su primera edición el 27 de agosto en el Hotel Eurobuilding. Los organizadores me contrataron para tomar las fotos de las candidatas.
-Cuando aceptó, ¿no pensó que, tratándose de un concurso de belleza, eso podría incomodar a los altos ejecutivos de Miss Venezuela?
-La verdad es que al principio me lo pensé. Pero luego me enteré de que otros compañeros, también parte del Miss Venezuela, estaban involucrados, así que dije: ¿Por que no? Es un trabajo, como tantos otros que he hecho, para diferentes certámenes del país.
-¿A qué compañeros se refiere?
-El Nuestra belleza Venezuela lo está produciendo, por ejemplo, (Erick) "El Pollo" Simonato, las candidatas ensayan con Erick Merchán, y la animadora va a ser Mariela Celis. Además, ahí también están otros amigos como Gabriel Ramos, María José Vilaseco, y el diseñador Alejandro Fajardo. Hasta los maquilladores del Miss Venezuela están trabajando ahí. ¿Y a ellos los botaron? No que yo sepa, y espero que no, porque tampoco sería justo. Todos son profesionales y simplemente están haciendo su trabajo. Un trabajo por el cual ya casi todos cobramos.
-Pero sólo lo sacaron a usted...
-Hay gente que dice que lo del concurso fue sólo una excusa para despedirme.
-¿A qué se refiere? ¿Usted conversó con Osmel?
-Yo no quiero especular. Y claro que llamé a Osmel para preguntarle lo que estaba pasando, y me dijo: "¡Niño! ¿Pero cómo se te ocurre trabajar en un concurso paralelo?".
-La verdad es que si está Mariela Celis, "El Pollo" y Erick Merchán, es como un Miss Venezuela...
-¡Que no, por Dios! Es un concurso que apenas está comenzando y como hay decenas en este país. Decían que era un concurso chavista, que lo iba a transmitir TVes, pero no es cierto. El certamen es de un empresario llamado Carlos Escobar, y la diferencia con Miss Venezuela es que no va a ser televisado. Yo jamás pensé, por esa razón, que fueran competencia.
-Y el propio Osmel conduce otro certamen: Nuestra belleza latina.
-Sí, pero Nuestra belleza latina es un producto de Univisión, que tiene enlaces con Venevision, así que eso podría entenderlo cualquiera. A Osmel le profeso un sentimiento genuino. Siento por él un cariño profundo porque soy su alumno. Yo aprendí de él. Son muchas las cosas que tengo que agradecerle, no sólo en el ámbito profesional sino personal. Y yo sé que a mí no me sacó Osmel.
-Dicen que usted se sabe muchos secretos de él. ¿Los publicaría en un libro?
-Son más de quince años trabajando juntos, hemos compartido muchas anécdotas. Todo el mundo tiene la imagen del Osmel déspota, autoritario, endiosado, pero él tiene una historia interesantísima. Si él lo autorizara, pudiera escribir un libro. Tal vez una biografía. Pero de otro modo no lo haría.
-Entonces debemos quedarnos con la versión de que fue despedido por matar un tigre. Pero, ¿cómo se le dice que no a un tigre en un país como el que tenemos?
-Es lo que digo yo. Venezuela no es la misma de hace diez años. Es que ni siquiera es la misma de hace seis meses. Este país cambió. Y para producir fotos hay que invertir en equipos, luces, herramientas de producción, que cambian de precio hasta de un mes para otro. Todos lo vivimos. La realidad se impone, pero es obvio que alguien no está viendo esa realidad.
-¿Tiene la conciencia tranquila?
-Yo también duermo como un bebé, porque puedo decir que trabajé incansablemente durante más de quince años por el Miss Venezuela. Ahí hice más que fotografías. Fui jurado en algunos de los casting regionales. Llevé candidatas al concurso. La primera niña que llevé al Miss Venezuela fue Norkys Batista, y luego vinieron Ly Jonaitis, Dayana Mendoza, Patricia Zavala, Andreína Castro, Gabriela Ferrari, y Oriana Luchese. Y cerré con broche de oro con Mariana Jiménez, la actual Miss Venezuela, a quien conseguí en el (Centro Comercial) San Ignacio. Hasta diseñé el traje típico que lució María Elisa Gibson en el Miss Universo: el Abra solar. Lo diseñé con 3.000 espejos y lo confeccionó Hugo Espina. Hice lo que estuvo a mi alcance, porque cuando te apasiona lo que haces ni miras el reloj.
-Le escribió un mensaje a su sustituto, el fotógrafo Guillermo Felizola, en Instagram.
-Es que a Guille Felizola le tengo mucho cariño. En medio de esta vorágine, lo mejor fue saber que era él quien me iba a suceder. Quizás no fueron pocos los que esperaron que esa decisión levantara una discordia entre nosotros, pero nosotros tenemos buena relación. Si quieres que te cuente, la fotografía con la que este año celebro mis 20 años de carrera (la de la portada) fue tomada por Guillermo.
-¿Que viene ahora?
-Puede sonar cliché, pero se cierra una puerta y se abre un portón. Aún cuando voy a extrañar el Miss Venezuela, sigo adelante con proyectos en los que tengo puesta ilusión. Este año estoy celebrando 20 de carrera, de miles y miles de fotografías. Me encantaría editar un libro, seguir haciendo lo que me gusta, y explorar otros caminos. Esto me va a obligar a salir de mi zona de confort.
-¿Guarda rencor?
-No. Aunque ha sido un episodio difícil, con esto he comprendido que nada es para siempre. Hay quienes se enferman de poder y llegan a creer que tienen potestad para, con una decisión, acabar con tu carrera. Toca que tengan paciencia, porque mi carrera apenas está comenzando.
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