Cuando finalizo
la pasada temporada de #EnLaLenguaDeKassandra pensé muchísimo en que en algún
momento haría una edición especial. Creo que muchos la deseaban porque así me
lo hacían saber en twitter, y sin duda yo también la quería. Lo que jamás pude
imaginar fue que sería en estas terribles circunstancias. Casi veinte días,
tuvieron que pasar para poder tener la valentía de sentarme frente al teclado y
expresar el rechazo y la frustración que sentía (y siento aún). Un angel vuela
alto. Un angel llamado: Mónica Spear.
Nunca pensé que
al despertar el 7 de enero me encontraría con una noticia tan atroz como el
asesinato de Mónica Spear. Y digo ATROZ, porque sencillamente no puedo utilizar
otra palabra para describir la acción desmedida, de unos criminales que sin
ningún motivo; más que una ambición mal sana, respaldada por la falta de
valores y seguridad de nuestra patria sumergida en el delito; masacrarán a una
familia indefensa que solo buscaba resguardarse en el interior de su automóvil,
que solo querían proteger la vida de su pequeña hija.
Ese día ingrese
a twitter por la mañana, como siempre lo hago. De inmediato leí el sentir de mi
TL indignado por la pequeña Maya, que ahora se encontraba en orfandad. Pensé de
inmediato en que algo le había sucedido al entonces ex esposo de Mónica. Tal
vez por incrédula, ingenua o inocente no cupo en mi cabeza la idea de que
alguien sin corazón alguno, se había atrevido a quitarle la vida a un angel reencarnado
como lo era ella. Pero el verdadero “balde de agua fría” fue cuando me percaté
de que Maya no solo se había quedado sin su papá, sino que también a su madre;
otrora Miss Venezuela 2004 y 2da finalista en el Miss Universo; le habían
arrebatado de golpe sus sueños, sus metas, sus ilusiones, el deseo inagotable
de querer ver a su hija crecer; esos bandidos le habían arrebatado su último
suspiro.
Mónica paso de
ser una reina de belleza, una madre y mujer ejemplar, una actriz talentosa e
innovadora; a convertirse en un cadáver inerte que refleja el rostro “bonito”
de un país que se ahoga en la indolencia de sus mercenarios.
No logro aun
asimilar siquiera una noticia tan impactante
y dolorosa. Una como seguidora de los concursos de belleza, nunca tiene
la capacidad de entender el alcance y el cariño
que se puede llegar a sentir por estas niñas. Pero vaya que si se les
aprecia, se les quiere y ahora con Mónica: se les extraña.
Ella siempre fue
de mis misses favoritas. Muchos dicen que a mí solo me gustan aquellas
“batidas” al estilo de Dayana Mendoza o Irene Esser; pero cuan equivocados
están. Siempre he pensado que la “batidura” va mucho más allá de mover el
cabello o contonear las caderas. Ser batida es transmitir en cada paso de tu
pasarela, en cada mirada, en cada sonrisa. Batirse en el escenario es
sobresalir de las demás demostrando que tú eres la mejor, es ser diferente y
lograr que todos lo vean así. Mónica lo hizo, a su manera, en su estilo.
Siempre lucio como una princesa. Emulando a “Blanca Nieves” con su piel blanca
de porcelana; sus labios rojos y carnosos; su larga cabellera negra; sus
hermosos ojos azabaches llenos de vida y alegría, esa misma que le arrebataron.
Siempre tuvo una mirada tranquila pero tan cálida como su alma. Ella sin duda
era diferente, no era una miss como cualquiera. Ella no era una mujer de laca y
extensiones, solo era una joven soñadora que anhelaba “ser actriz” más que
cualquier otra cosa.
Durante su paso
por el Miss Universo se disfrutó el concurso como ninguna. Vivió su experiencia
al máximo teniendo presente que solo participaría una vez; así deberían hacerlo
todas. Recalcó en infinidad de entrevistas que lo más importante para ella en
ese entonces fue poder conectarse con la hermosa naturaleza de Tailandia, así
como también lo hizo con sus habitantes
y sus compañeras. Mónica era entrañable, cercana; ella se hacía querer
por quienes la rodeaban. Sin pretensiones, sin egoísmos era un alma pura y
quizá inocente a una realidad que la rodeaba; la maldad y la corrupción humana
que llego al extremo de acabar con su vida.
Muchos artistas
(y venezolanos del común) expresaron a través de las redes sociales su
indignación, rabia e impotencia por tan cruel destino. Otros tuvieron la poca
capacidad mental de defender lo inaceptable, pidiendo que no se “politizara” lo
sucedido; directamente el vocero de turno por parte del oficialismo, aquel que
solo cumple ordenes sin rechistar como un esclavo de sus ambiciones que accedió
venderle su alma al diablo, específicamente Roberto Mesutti.
¿Un gobierno que
utiliza la imagen de un muerto por más de 9 meses; que mueve las filas
emocionales de la gente que alguna vez siguió ha dicho personaje, con la banal
y cruda intención de conseguir votos; que crea un supuesto día de “lealtad y
fidelidad” al difunto en vísperas de unas elecciones; pide encarecidamente que
“No se politice” lo sucedido con Mónica Spear y su familia? Esto es inaudito e
inaceptable. ¿Entonces a quienes hacemos responsable de nuestra seguridad?
Siendo que supuestamente vivimos en un estado de derecho, donde no se respeta
algo tan básico como la vida.
Entonces ¿A
quién reclamamos por María, asesinada
por robarle su celular? ¿A quién reclamamos por Juan, perpetrado regresando a
su casa luego de trabajar? ¿A quién podemos exigir justicia por Pedro, masacrado
por maleantes por el simple hecho de no ponerle “suficiente relleno” a una
arepa? ¿Quién le responderá a Maya cuando pregunte porque acribillaron a sus
padres regresando de un viaje turístico a través de un país que supuestamente
es “chévere”? y aun así ¿tienen la poca vergüenza de pedir, que “no se
politice” lo sucedido? Vergüenza, una palabra que al parecer muchos hijos de
esta tierra han olvidado.
Mónica era un
ser de luz; un ser mágico; un ser de perdón y de unión, al punto de que logro
unir a medio país para que levantaran su voz por su asesinato (aunque sea a través de twitter o en sus oraciones). Mónica
amo su país como nadie. Sus paisajes, sus llanos, las montañas y las sabanas;
amo sus playas, sus ríos; adoro con locura lo rica de su fauna y el exotismo de
su flora. Mónica llevo en el corazón a Venezuela hasta el último momento, aquel
segundo fatal donde su verdugo lo detuvo para siempre.
Durante muchos
días pensé en como sentarme a escribir estas líneas, pero vaya princesa; sentí
tan cercana tu muerte, me doliste en el alma mi niña. Mi corazón dolido no me
dejaba terminar estas cortas palabras. Te llore en silencio y le pedí mil veces
justicia a Dios por ti y para ti. Le pedí luz en tu camino hacía la eternidad,
que te dejara ir con el canto de los pájaros, con la fuerza de las olas, con la
brisa mañanera, con el viento en la llanura. Le pedí un mar de bendiciones para
Maya, tu adorada hija, la que querías guiar y soñabas con ver crecer. Le pedí
valentía para Venezuela, para que despertemos de una vez por todas y no
permitamos que hechos como este sigan sucediendo. He recalcado muchas veces que
a ti te MATARON, porque ni tú, ni Thomas; fallecieron, a ustedes los mataron; A
mansalva, a sangre fría, sin corazón o piedad alguna.
Estoy cansada de
violencia. Estoy cansada como ciudadana y venezolana de un gobierno caradura,
mitómano y egoísta. Estoy cansada de la indolencia de muchos venezolanos que al
parecer no tienen madre ni padre; que no les duelen sus hijos, sus hermanos,
sus amigos. Estoy cansada de una bendita patria que nos desangra a todos sin
contemplaciones. Estoy cansada de la inseguridad y la falta de soluciones
certeras para nuestros problemas. Ya no quiero que mueran más Mónicas, ni más
Thomas, ni tampoco Pedros, ni Marías. Me resisto a pensar que el país donde
nací, se convierta en la nación de los hijos de nadie. Estoy harta de las
estadísticas de mortalidad por las alturas. Estoy molesta, indignada, llena de
rabia e impotencia.
Mónica, siempre
estarás con nosotros, los que te quisimos incluso sin conocerte; porque yo me
resigno a que tú seas un número más. Sin quererlo te convertiste en el rostro
bonito de una situación ya inaguantable para la nación que un día llevaste en
el pecho, y que desde siempre tuviste en tatuada en tu corazón. Sé que esta no
es la Venezuela que soñabas, pero desde mi más humilde sentimiento, te prometo
que algún día la recuperaremos. Mientras tanto vuela alto mi reina, siempre
única, siempre tu; por siempre nuestra hermosa Miss Venezuela, Mónica Spear.
“Ligera
de equipaje, como
nube que pasa, como agua que corre, como viento que
sopla”
Mónica Spear
1984 - 2014