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En la fábrica de reinas de Osmel Sousa la cirugía estética no es un tabú


Osmel Sousa, presidente desde hace tres décadas del afamado concurso Miss Venezuela y más conocido en el país como el Zar de la Belleza, presume de haber coronado a cinco Miss Universo y seis Miss Mundo con su fábrica de reinas, donde la cirugía estética no es un tabú.

“La defiendo a capa y espada porque es un recurso para perfeccionar la belleza”, apunta Sousa, que llegó a la dirección del concurso en 1981 y es toda una institución en el país.

Amado y temido a partes iguales, el hombre que ha catapultado a Venezuela como referente mundial en concursos de belleza indicó en una entrevista con Efe que busca la “armonía perfecta” en las chicas con disciplina e “hiperexigencia”, y aseguró que seguirá “hasta que el cuerpo aguante”.

“Esto no es un concurso de naturaleza ni de naturalidad, es un concurso de belleza y pues hay que recurrir a lo que sea necesario para que la mujer sea bella o más bella todavía de lo que es”, argumenta el empresario, de origen español, nacido hace 66 años en Cuba y afincado en Venezuela desde que tenía 13 años.

Sousa se introdujo en el concurso a finales de los 60 como diseñador de moda y ha usado en muchas ocasiones la imagen de un diamante en bruto, para referirse a las participantes del certamen, a las que pule hasta hacer relucir su belleza.

“Hay muchachas que no reaccionan bien en el gimnasio y, si ésto se puede corregir con una liposucción, pues más rápido, porque en 24 horas está listo”, señala.

La combinación para una “armonía perfecta” le viene, dice, de sus años como ilustrador publicitario especializado en figuras femeninas cuando delineaba y borraba a su antojo imágenes de “mujeres diez”.

Sin embargo, asegura que la cirugía, a la que él mismo ha acudido, solo se aplica a las concursantes que lo necesitan.

Un retoque en la nariz o un aumento de senos son las operaciones más comunes a las que se someten las misses, aunque algunas también han necesitado operarse las rodillas o una liposucción de pantorrillas.

Sin embargo, para participar en el Miss Venezuela, indica Sousa, hace falta primero belleza, “be-lleza” y “personalidad”.

“Yo siempre digo que cuando una muchacha llega a mi oficina, yo siento un golpe. Esto es lo que hace falta”, señala.

Una vez dentro del concurso, las chicas tienen que someterse a estrictas dietas, horas de gimnasio, pasarela, oratoria y, la prueba más dura de todas, al veredicto mordaz de Osmel, una faceta de la que ha dejado constancia pública como jurado del concurso de la cadena Univisión Nuestra Belleza Latina.

“Debería decir que no, pero, lo reconozco, después de treinta años, !s?¡, soy hiperexigente porque si no es así, las cosas no salen”, confiesa Sousa entre risas.

Capitanear la época dorada del Miss Venezuela, una de las industrias más lucrativas y eficientes del país caribeño, no es tarea fácil y le ha costado a Sousa muchas horas de trabajo y “cuatro arterias obstruidas”.

“El amor y la dedicación que le ponemos a lo que estamos haciendo, la seriedad y el respeto y el profesionalismo creo que es lo que ha logrado el éxito”, apunta.

Aunque asegura que el título de Zar de la Belleza le parece “un poquito exagerado”, lo cierto es que misses de todo el mundo le han pedido asesoramiento, especialmente después de que lograra el récord Guinness por haber coronado a dos venezolanas de forma consecutiva en el Miss Universo: a Dayana Mendoza, en 2008, y Stefanía Fernández, en 2009.

“En el momento en el que me sienta cansado, que sienta que ya no me gusta esto, pues seguramente me retiraré, pero por ahora por mi mente no ha pasado”, manifiesta Sousa.

“Seguiré trabajando hasta que el cuerpo aguante. Espero que no se me tapen otras cuatro arterias, porque sería fatal”, afirmó.

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